Aunque L. Ronald Hubbard había reconocido desde hacía tiempo lo que las drogas significaban potencialmente en términos de miseria humana, fue la así llamada revolución psicodélica de los 60 la que dio lugar a su trabajo más intenso sobre el tema. Su razonamiento era simple: ningún hombre puede alcanzar la libertad espiritual si está encadenado a una substancia química. El consumo de drogas no sólo pone en peligro la salud de uno, sino también su velocidad de aprendizaje, sus actitudes, su personalidad y su conciencia espiritual en general. Sin duda, tras un estudio en 1972 de lo que el uso desenfrenado de drogas había causado entre la juventud de la ciudad de Nueva York, comenzó a hablar de esta epidemia de drogas en términos de un cataclismo social devastador; y teniendo en cuenta lo que siguió a esa década psicodélica, incluyendo el consumo desenfrenado de cocaína y heroína y toda la violencia que acompaña a esto, resultó evidente que tenía razón. Los estragos sociales resultaron ser un cataclismo completo. Y el problema no se limitaba a las drogas callejeras entre la juventud, sino que, con las instituciones psiquiátricas y farmacéuticas bombeando activamente un flujo continuo de drogas en nuestra sociedad, sus ramificaciones tuvieron un carácter verdaderamente cultural.

Su solución fue un programa único de rehabilitación de drogas que no sólo se dirigía a lo que las drogas significaban en términos de debilitación mental y espiritual, incluyendo un pensamiento confuso y una conciencia disminuida, sino también a la raíz del problema que incita que una persona consuma drogas en primer lugar. Porque, a menos que el problema se resuelva —descubrió el Sr. Hubbard— la persona quedaría siempre en la condición original para la que las drogas suponían una “solución”. Dentro del programa de rehabilitación del Sr. Hubbard, sus métodos para eliminar los dolores producidos por el síndrome de abstinencia fueron también únicos y particularmente relevantes considerando la influencia del alcohol, la heroína, el crack y la cocaína. Como el síndrome de abstinencia se había resuelto tradicionalmente substituyendo una adicción por otra, como la metadona por la heroína, este había permanecido desde hacía tiempo como un gran obstáculo en el camino de la rehabilitación de drogadictos crónicos. Y por supuesto, nada de esto se había hecho jamás en beneficio del drogadicto recalcitrante, pues a diferencia del consumidor de drogas “recreativas”, el adicto rara vez dispone de los medios para pagar por lo que se hace pasar por ayuda, en una clínica típica de tratamiento de adicciones. De cualquier manera, sin embargo, con la combinación de suplementos nutricionales, rutinas y ejercicios terapéuticos del Sr. Hubbard, la pesadilla de la agonía del síndrome de abstinencia ya no existe.

Hasta la fecha, los métodos de rehabilitación de drogas desarrollados por L. Ronald Hubbard, se utilizan en más de 50 países de todo el mundo y han liberado con éxito a decenas de miles de la dependencia de las drogas. Los métodos del Sr. Hubbard son además empleados de forma exclusiva por la red internacional de rehabilitación de drogas llamada Narconon (que significa ausencia de drogas). Narconon, al que se ha elogiado ampliamente por su efectividad única en su campo, demuestra tener una proporción de éxito 5 veces mayor que la de todos los demás programas de rehabilitación de drogas. Se ha demostrado que quienes han completado con éxito el programa de Narconon, no sólo están libres de drogas, sino también libres de delitos. Un estudio que confirma esta afirmación reveló que con anterioridad al programa Narconon, el 73 por ciento de aquellos adictos a las drogas también las vendían. Tras la completación de otros programas de rehabilitación de drogas, el 50 por ciento continuaban traficando con drogas. Entre un grupo similar de adictos que completaron el programa de Narconon, ninguno reincidió en el tráfico de estas. Asimismo, mientras que otros programas eran capaces de reducir en un 40 por ciento los robos relacionados con drogas, aquellos que completaron el programa de Narconon no cometieron más delitos.

Los cincuenta y siete centros residenciales de Narconon en todos lados informan de igual manera sobre los extraordinarios resultados entre los cientos de individuos que reciben tratamiento cada semana. No es de extrañar entonces que la prestigiosa Comisión para la Homologación de las Instalaciones de Rehabilitación (CARF, del inglés, Commission for Accreditation of Rehabilitation Facilities) haya reconocido a Narconon como el punto de referencia para todos los programas de rehabilitación.